Invierno dice que te echa de menos.
Invierno me quema. Invierno me enfría. Invierno dice que te echa de menos.
Y no solo a ti, a tus besos, a tus abrazos, a tu forma de tocarme, al
tacto de tu piel con la mia. Nuestras caricias. Echa de menos el asombroso calor que desprendes,
tu aliento, tu sonrisa, tu vida. Nuestra vida.

¿ A quién no le gusta lucir uno de
esos gorros de invierno a juego con su bonito abrigo? Y lo guapa que estamos en nuestras fotos… Que si, que las
fotos en verano molan más, el paisaje con sol mola más, nuestro color tostado o
moreno, nuestra felicidad desbordante en todas las fotos del verano. Como no,
estamos de vacaciones, bueno, no todos… Pero da igual, verano siempre mola. Salir a la calle con los shorts mas
pequeños que tengas y con una camisetilla por encima y da igual, estás muy mona
porque estás morena. Y sino, da igual, es verano.
Pero si, todo lo bueno acaba. Pero solamente acaba para empezar una
nueva etapa, diferente, ni mejor ni peor, diferente...
Dulce invierno llega. Tiempo para echar de menos a alguien,
sea a quién sea pero se echa de menos… Tu familia, tu novio, tu hermana, tu
prima, tu abuela…
Pero, ¿sabes qué? Echar de menos es tan bonito…
Cuando tienes a alguien cerca hay veces que no sabes si es costumbre o
rutina, no te queda claro si estas con ella por que te hace feliz o por que te
acompaña a dónde tu quieres. Cuando estas cerca de alguien no te planteas
demasiadas cosas, simplemente te dejas llevar, dejas que fluya. Sigues el camino que te marca la propia vida...
En la distancia, sin embargo, no sucede lo mismo. En la distancia sabes
lo que quieres y lo que no. Porque si llegas un martes de trabajar a las 22:00h a tu
casa y lo que se te apetece es abrir esas aplicaciones salvavidas para ponerte en contacto con aquella persona,
es por algo. Ahí es cuando te das cuenta del veradero significado de echar de menos.

Mirar esa diminuta pantalla y pensar, joder, ¿qué hago tan lejos?. Observar sus gestos a modo de película y que la inercia te lleve a tocar su piel con la yema de tus dedos. Que su sonrisa inspire la tuya, y que con una sóla mirada puedan pasarse minutos hablando. Y horas...
Y de repente, estás viajando por tu imaginación al día que se volverán a ver. Y te preguntas si le podrás volver a dejar ir, si te podrás volver a ir y volver a vivir sin su olor corporal, sin sus largos dedos, sin su cómodo pecho...

Mirar esa diminuta pantalla y pensar, joder, ¿qué hago tan lejos?. Observar sus gestos a modo de película y que la inercia te lleve a tocar su piel con la yema de tus dedos. Que su sonrisa inspire la tuya, y que con una sóla mirada puedan pasarse minutos hablando. Y horas...
Y de repente, estás viajando por tu imaginación al día que se volverán a ver. Y te preguntas si le podrás volver a dejar ir, si te podrás volver a ir y volver a vivir sin su olor corporal, sin sus largos dedos, sin su cómodo pecho...
Pero cuando te haces esta pregunta en alto notas que el sentimiento
es reciproco. Que si, que por ambos lados de la pantalla saltan chispas de sentimientos desencadenados,
pero que cada uno ha escogido su camino que toca vivir y que esto es solo una
etapa más del trayecto. Que ahora caminan por distintos senderos pero con la única esperanza de llegar al cruce que vuelva a juntar sus caminos.
... Quiero decir, hasta las suelas de mis zapatos te echan de menos.
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